DESARROLLO EPIDEMIOLÓGICO DE
LA OBESIDAD Y EL SOBREPESO
La obesidad es la alteración nutricional más
común en el mundo desarrollado y está alcanzando proporciones alarmantes en los
países en vías de desarrollo, afectando a adultos, adolescentes y niños por
igual, con una tasa de prevalencia en crecimiento que insta a las autoridades
sanitarias a tomar medidas pertinentes para detener el detrimento de la salud
pública, así como disminuir los costos directos e indirectos que ocasiona dicha
enfermedad en la sociedad y en las finanzas públicas. La obesidad y el
sobrepeso en la población se asocian con un aumento en la morbilidad y con una
disminución en la esperanza de vida; sin embargo, durante largo tiempo fue
considerada como un signo de buena salud e incluso como un índice de bienestar
económico y social. En la actualidad se contempla en su verdadero aspecto: una
enfermedad que, conforme avanza, aumenta el riesgo de ocurrencia de otras
enfermedades crónicas que disminuyen sustancialmente la calidad y expectativa
de vida. De acuerdo con la Norma Oficial Mexicana para el Tratamiento Integral
de la Obesidad (NOM–174-SSA1-1998), la obesidad es una enfermedad caracterizada
por el exceso de tejido adiposo en el organismo, es una alteración de evolución
crónica y se refleja en el aumento de peso provocado por la excesiva
acumulación de tejido graso, consecuencia del desequilibrio entre la energía
ingerida y el gasto de tal energía. No obstante, tiempo atrás el tratamiento
integral de esta enfermedad, no sólo en México sino en el mundo, ha sido
subestimado debido a que un alto porcentaje del impacto de la obesidad sobre la
mortalidad se ejerce de manera indirecta; es decir, mediante otras enfermedades
(diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, osteoartritis y cáncer de
mama, entre otras). La obesidad y el sobrepeso han tenido un rápido crecimiento
en los últimos 30 años, no sólo en los países industrializados, sino que estos
problemas son ahora tan severos en las naciones en desarrollo, que han llegado
a ocupar un lugar preponderante entre las preocupaciones tradicionales en el
campo de la salud pública, como en su momento lo han sido la desnutrición o las
enfermedades infecciosas.
En
1997, una reunión consultiva de expertos de la Organización Mundial de la Salud
(oms) advirtió la presencia creciente de sobrepeso y obesidad infantil como una
peligrosa emergencia para la salud de la niñez. En 1988 se llevó a cabo la
primera Encuesta Nacional de Nutrición, que permitió conocer por primera vez la
situación nutricional tanto a nivel nacional como de cuatro regiones (Norte,
Centro, Ciudad de México y Sur) del país. Realizada en la población general, la
encuesta detectó que 10% de las mujeres de 12 a 14 años y 8% de las mujeres
entre 15 y 19 años presentaban sobrepeso; que las mujeres de edad reproductiva
presentaban tasas de prevalencia de sobrepeso y obesidad de 10.2% y 14.6%,
respectivamente; y que 5.3% de los menores de 5 años tenían sobrepeso u
obesidad (en la región Norte la prevalencia era de más de 7%, mientras que en
el resto de las regiones se ubicaba en alrededor de 4% y 5%). En conclusión, en
esta encuesta, las tasas de prevalencia de sobrepeso y obesidad aún no eran
alarmantes, pero sugerían realizar una vigilancia más estricta. Años más tarde,
la Encuesta Nacional de Nutrición de 1999 mostró que en el ámbito nacional, de
las mujeres en edad fértil, 30.6% tenían sobrepeso y 21.2% presentaban
obesidad, destacando que las mujeres de la región Norte mostraban la mayor
prevalencia de sobrepeso y obesidad (aproximadamente 60%); en el Centro y la
Ciudad de México, las tasas de prevalencia fueron similares a las nacionales y
en el Sur la prevalencia fue ligeramente menor (46.9%). Para los niños menores
de 5 años, la comparación de los resultados de la encuesta anterior con la de
1999 mostró un aumento discreto (0.8%) en la prevalencia de sobrepeso y
obesidad. No obstante, los resultados para niños en edad escolar (5 a 11 años),
indicaron una prevalencia de obesidad de 27.2%; en este grupo de población, la
región Norte y la Ciudad de México tuvieron una prevalencia de sobrepeso de
35.1% y 33.4%, respectivamente, mientras que en el Centro y el Sur fue menor
(25.4% y 21.9%). Para las edades de 10 a 17 años, un total de 18.8% de hombres
adolescentes y 22.3% de mujeres adolescentes presentaron sobrepeso, así como
9.0% de hombres y 8.2% de mujeres presentaron obesidad. Las tasas de
prevalencia ya eran alarmantes Posteriormente, en la Encuesta Nacional de
Salud 2000 ya se hablaba de una altísima prevalencia de sobrepeso y obesidad
entre la población adulta. Para el caso de mujeres de 20 a 59 años, fue de
36.1% y 28.1%; y en los hombres del mismo grupo 40.9% y 18.6%, respectivamente.
Los datos anteriores comparados a nivel internacional indicaban que la
prevalencia de sobrepeso y obesidad en mujeres de nuestro país se encontraba
entre las más elevadas del mundo. En términos de la población en general, casi
dos terceras partes presentaron un índice de masa corporal (imc) por arriba de
lo normal. La obesidad fue diagnosticada en
23.7%
de los casos y el sobrepeso en 38.4%, de modo que existían alrededor de 30
millones de adultos en México con sobrepeso u obesidad (18.5 millones con
sobrepeso y 11.4 millones con obesidad). Respecto a la población infantil, de
acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006, el incremento más
alarmante ocurrió en la prevalencia de obesidad en los niños de 5 a 11 años; y
los resultados señalaban la urgencia de aplicar medidas preventivas para
controlar este problema en los escolares y detener el aumento progresivo
durante los últimos años
Sin
importar el nivel socioeconómico, como se ha documentado en las encuestas
nacionales de 1988, 1999 y 2006, la prevalencia de obesidad se ha incrementado:
47% en niñas en edad escolar (5 a 11 años) en tan sólo siete años (1999-2006),
y 77% en el caso de los niños. En el mismo periodo, se observó un incremento de
7.8% para sobrepeso y 33.3% para obesidad en mujeres adolescentes.
Fuente:
Programa Nacional de Salud 2001-2006. 22 el problema de la obesidad en méxico:
diagnóstico y acciones regulatorias para enfrentarlo 23 Estudios de la
Regulación Comisión Federal de Mejora Regulatoria La sep, utilizando el sistema
de clasificación del International Obesity Taskforce (iotf ), también ha
informado2 que de 1988 a 2006 se observó un aumento de 6.8% en la prevalencia
de sobrepeso y obesidad en niños de 2 a 4 años, y que para el mismo período,
con base en las nuevas normas de la Organización Mundial de la Salud (oms)
publicadas en 2006, el incremento observado fue de 23%. Por otra parte, la
Academia Mexicana de Pediatría, A.C. y la Academia Nacional de Medicina de
México, A.C. reportaron que en 2006 el 26% de los niños en edad escolar sufrían
de sobrepeso y obesidad; además, precisaron que la tasa de sobrepeso y obesidad
en niños menores de 5 años se mantuvo en alrededor de 16% entre 1988 y 2006.
Asimismo, señalaron que 75% de las muertes en México en 2004 fueron ocasionadas
por enfermedades no transmisibles, siendo las principales causas la enfermedad
isquémica del corazón (13% del total), la diabetes mellitus tipo 2 (9.7% del
total) y la enfermedad cerebrovascular (6% del total), cuyos principales
factores de riesgo responsables fueron la hiperglicemia (14.1% del total de
muertes), el imc elevado (12.2% del total de las muertes) y la hipertensión
(9.9% del total de las muertes), todos asociados directamente con el problema de
obesidad. En 2007, el Instituto Nacional de Salud Pública llevó a cabo el
estudio “Contribución de los desayunos escolares del Sistema de Desarrollo
Integral de la Familia dif Estado de México (difem)”, cuyos resultados
mostraron una alta prevalencia de sobrepeso y obesidad en la población escolar,
cercana al 20%. Los análisis efectuados en 2012 por la ocde3 ubican a México
entre los países con los niveles más altos de obesidad infantil en el mundo
Cabe
precisar que conforme a los datos de la Encuesta Nacional de Salud en Escolares
(ense) de 2010, en México existen más de 3 millones de estudiantes de nivel
primaria y cerca de un millón 500 mil estudiantes de nivel secundaria con
exceso de peso, para sumar un total de 4.5 millones de estudiantes con
sobrepeso y obesidad
·MÉXICO ANTE LA OBESIDAD INFANTIL
Ante la gravedad del problema, en estos últimos
días se ha intensificado la discusión en cuanto a la regulación de la “comida
chatarra” que se vende en las escuelas, así como la importancia de la
reglamentación de los 30 minutos diarios de ejercicios.
Por un lado se tienen las propuestas de los
Diputados y por otro a las autoridades de la Secretaríade Educación
Pública (SEP) y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE), quienes se acusan mutuamente de frenar el dictamen de la ley que exige
a las escuelas expender alimentos saludables para evitar la obesidad en los
alumnos. (Reforma, 9 de abril 2010).
Ante todas estas acusaciones e indefiniciones,
Fundación IDEA publicó el estudio:“Obesidad Infantil: Políticas Escolares para
Combatirla y sus Resultados” (12 de Abril, 2010). En ese estudio se aborda
el Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria (Secretaría de Salud, SS) como
parte de la estrategia contra el sobrepeso y la obesidad, el que involucra la
participación de los sectores social, académico y privado, para llevar a cabo
medidas inmediatas.
Hay que recordar que a principio de año, la SEP se
comprometió a:
·
Impulsar la
realización de actividad física de los alumnos al menos 30 minutos
diarios
·
Incentivar la
igualdad de género en la práctica del deporte
·
Impulsar, a través
del currículo escolar, el consumo de agua potable y el alfabetismo
nutricional
·
Garantizar la
instalación de bebederos en escuelas públicas
·
Promover y
facilitar la disponibilidad de agua y bebidas no alcohólicascon bajo
contenido calórico en colaboración con la industria alimentaria
·
Generar
lineamientos para proveedores de alimentos escolaresencaminados a
disminuir el consumo de azúcares
·
Impulsar un Acuerdo
Secretarial para el expendio de alimentos y bebidas en las tiendas o
cooperativas escolares de los planteles de educación básica para una sana
alimentación escolar
En el documento además se destaca el acuerdo
signado –en 2008 y puesto en vigor en 2009– entre la SS y la Procuraduría
Federal del Consumidor (PROFECO) con algunas compañías que venden comida
dirigida a niños (que representan cerca del 70 % de la publicidad en México),
el código PABI (Código de Autorregulación de Publicidad de Alimentos
y Bebidas dirigida al Público Infantil), está siendo evaluado en su primer
semestre de aplicación para medir su efectividad. En el acuerdo se puede leer:
Se reconoce que el público infantil, como
consumidor, tiene derecho a la información para la selección de alimentos y
bebidas no alcohólicas y la adopción de hábitos saludables y merece un
tratamiento especial.
El escaso conocimiento, experiencia y madurez del
público infantil para evaluar la credibilidad de la información y para
discernir entre contenidos publicitarios, informativos y de
entretenimiento requiere de una publicidad responsable. Se reconoce
que la publicidad es una herramienta coadyuvante para la formación de
consumidores responsables y atentos al cuidado de su salud, por lo que
debe ser orientadora y educativa sobre las características y propiedades reales
de los alimentos o bebidas no alcohólicas y la información sobre su uso.
Es conveniente aprovechar los medios de
comunicación y la fuerza publicitaria del sector privado para promover la adopción
de estilos de vida saludables, basados en una cultura de la prevención y la
promoción de la salud, que tiene como fundamento el equilibrio energético: el
balance entre la ingestión de alimentos y bebidas y el gasto energético a
través de la actividad física y el ejercicio diarios.
Sin embargo y a pesar de que el código representa
un avance en la regulación del problema, tiene aún serias deficiencias como las
que a continuación se enuncian:
• En sus objetivos sólo se menciona el
sobrepeso y la obesidad sin basarse en el desarrollo de una nutrición
adecuada y en la promoción de la actividad física como medios para prevenir el
sobrepeso y la obesidad.
Se aplica a todo tipo de comunicación comercial dirigida
a niños menores de 12 años, en lugar de enfocarse a todas las formas de
promoción (no sólo comunicación), para cubrir acciones como la colocación de
productos, patrocinio, mercadotecnia, puntos de venta, etc.
No hace referencia específica a la publicidad de
alimentos con alto contenido calórico, alto contenido en grasas, alto contenido
de azúcares o sal, en contraste con una propuesta hecha por el Consumer
International en la que se especifica que es necesario seguir las
recomendaciones alimenticias de la OMS, en lugar de las evaluaciones y
clasificaciones hechas por las propias empresas productoras • Está
enfocado a niños menores de 12 años, sin considerar a los adolescentes entre 12
y 16 años de edad también altamente vulnerables a la manipulación de los
mensajes publicitarios.
La implementación del Código es monitoreada por el Consejo
de Autorregulación y Ética Publicitaria (CONAR) formado por el propio
sector privado. • No existe ninguna multa o sanción considerable y seria
por violaciones a lo establecido en el Código.
Para concluir este estudio señala, además del
problema de la obesidad, tiene efectos negativos para el niño, tanto en
términos de salud como de rendimientos escolares.
Después de revisión de literatura especializada y
analizar diversas estrategias para combatir este problema en algunos países, se
señala que ellas se ponen en marcha en las escuelas, por ser ahí donde se
concentran los niños durante varias horas. Estos programas se enfocan en
reducir la disponibilidad de alimentos “chatarra”, especialmente los refrescos
o bebidas carbonatadas, reducir la publicidad de dichos alimentos e incrementar
las actividades físicas realizadas por los alumnos.
Sorprendentemente una de las conclusiones es que se
sabe muy poco sobre sus resultados de estos programas. Aunque hay algunos
estudios que sí encuentran efectos positivos, en general la evidencia sugiere
que reducir la disponibilidad decomidas “chatarra” en las escuelas no está
fuertemente asociado con una disminución en la obesidad infantil (medida por
índice de masa corporal). Tampoco lo están los impuestos a dichas comidas, a
menos que los impuestos sean significativos.
Lo que sí parecen estar asociadas con la
disminución de la obesidad infantil es el aumento en las actividades físicas
en los alumnos.
Por todo esto, hay que evitar propuestas de combate
a la obesidad infantil centradas únicamente en la reducción de la
disponibilidad de comida chatarra, y sí exigir propuestas más integrales.
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